Sobre, ¿Cómo construir autoridad en el aula y no morir en el intento?
La autoridad en el aula por parte del docente a cargo se construye día a día, no se hereda, no se impone, no se gana por un concurso, ni escalafón. Lo mismo vale para la autoridad desde la dirección de una escuela.
“Las cosas no son como antes”: claro que no, nunca lo fueron, ni mejores ni peores, simplemente distintas, otros contextos, otros docentes, otros alumnos, otras familias, otra sociedad.
La libertad se gana a partir de permitir la autodeterminación, es decir saber discernir correctamente que está bien y que está mal, hasta donde llegan mis derechos, si estoy vulnerando o no los del otro (ese otro en la escuela puede ser un docente, un no docente, un alumno).
¿Cómo construyo autoridad?, simplemente con el ejemplo y la coherencia en cada una de nuestras actitudes en el aula y fuera de la misma y de la escuela. Nos guste o no, estemos o no de acuerdo, seguiremos siendo “la seño”, “la o el profe”, “la dire o el dire”, “la portera”, “el preceptor/a”, dentro y fuera de la escuela todo el día y todos los días, incluyendo los findes y feriados, y aún lejos de nuestro domicilio en unas vacaciones por ejemplo. Conduciendo, yendo a la cancha desde la tribuna o jugando, en un espacio público, en un comercio, de compras, en un shopping. Debemos estar dispuestos a esto y que no nos moleste, al contrario es un reconocimiento, nos guste o no, somos “figuras públicas”.
Entonces, si aceptamos eso, ¿nos podemos dar el lujo ante nuestros alumnos o familias, de reaccionar violentamente?, de insultar, de agraviar, de humillar, de discriminar, ¿de maltratar?, muchos dirán pero los chicos están cada vez más violentos, y las familias también, y la sociedad también!, y hoy en la redes sociales es tan fácil ser violento, atacar y humillar. Y ahí en este punto, es donde la escuela vuelve a tener el protagonismo, la enorme responsabilidad de crear espacios de diálogo, de aprendizaje, de convivencia, no solo de contenidos, de convivencia!, de la escucha, la empatía, la solidaridad, el respeto, el afecto, la amistad, en definitiva espacios de amor y no de odio. Y es cada vez más tremenda esta responsabilidad para la escuela y sus trabajadores, más aún si son menospreciados, mal pagos, amenazados, ultrajados.
A pesar de todo este contexto cada vez más desfavorable, redoblemos la apuesta de ponerle todo el amor a nuestra querida profesión docente, y ante la mirada desafiante
,agresiva de un alumno, respondamos con palabras que lo hagan entender, reflexionar, con firmeza, si!, pero jamás con violencia, sin tirar tizas ni borradores, ni tirón de
pelos, ni amenazas, contemos hasta 100, y si no podemos solitos pidamos ayuda!, a otro profe, al preceptor, al equipo directivo, No estamos solos en la escuela, alguien nos va a escuchar y ayudar. Ya sabemos que la familia educa, que no debería ser nuestra tarea, pero hoy esa familia muchas veces está ausente o simplemente no existe. Y para muchos de nuestros alumnos, pasamos a ser esa familia ausente, esa contención, ese oído, esa mirada ausente.
Tenemos el privilegio de instruir, de ser guías, de ser ejemplo, tenemos un trabajo, una profesión hermosa, disfrutemos de ello.
Lic. Arístides Álvarez
Presidente ONG «Si nos reímos, nos reímos todxs»
www.nosreimostodxs.com
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