CIUDADANÍA DIGITAL

“Ciudadanía digital” es un concepto que está en permanente construcción. Refiere principalmente a nuestras actitudes en los espacios digitales, y al mismo tiempo a nuestros derechos y obligaciones.

La ciudadanía digital es un conjunto de competencias que faculta a los ciudadanos a acceder, recuperar, comprender, evaluar y utilizar, para crear, así como compartir información y contenidos de los medios en todos los formatos, utilizando diversas herramientas, de manera crítica, ética y eficaz con el fin de participar y comprometerse en actividades personales, profesionales y sociales.

Debemos comenzar por comprender que el espacio online ya no es más, como en los comienzos, un lugar superficial y separado de nuestra cotidianidad, donde los límites con lo offline eran claros y rígidos. Por el contrario, lo digital penetró en nuestras vidas filtrándose en casi todos los aspectos de nuestro día a día: trabajar, estudiar, divertirse, investigar, conocer gente, aprender oficios, jugar, pelearse, enamorarse, viajar, y tantos otros. Ya no existen horarios o dispositivos pautados de conexión, sino una penetración tal de lo digital que vuelve casi imposible dividir lo offline de lo online, convirtiendo nuestros espacios en mixtos.

Luego de comprender esta nueva característica digital de lo cotidiano, debemos repensar algunas definiciones clásicas, como la de ciudadanía. Si históricamente se pensó a la ciudadanía acotada a un país o territorio, el espacio digital pone en jaque este concepto y plantea algunos interrogantes: ¿tenemos derechos en el  espacio online? ¿Son los mismos que tenemos en los offline? ¿Tenemos obligaciones de comportamiento en la web?

Una de las principales características de la web es que no tiene un recorte geográfico, es decir, no tiene límites territoriales. Entonces ¿cómo convivimos todos en este espacio? ¿Debemos construir reglas? ¿Va en contra de la filosofía de internet intentar generar normas de convivencia?

Lo decidamos o no, ya existe una forma de convivir en la web, donde se ponen en juego características y elecciones de cada usuario. Se vuelve entonces indispensable conocer qué derechos y obligaciones tenemos en internet como usuarios.

La UNESCO propone pensar la ciudadanía en ámbitos digitales desde tres niveles: el sujeto como receptor, como participante y como actor activo, siendo este capaz de identificar en cada nivel tanto las oportunidades como los riesgos correspondientes.

Por lo tanto, podemos sostener que para avanzar en la búsqueda de una ciudadanía digital es necesario fomentar que las personas-usuarios de tecnologías digitales sean sujetos críticos, proactivos y conscientes de las oportunidades y riesgos que existen en las TIC.

Jones y Mitchell advierten al respecto que “La destreza tecnológica ya no remite al uso diestro de los dispositivos, sino que demanda un desempeño óptimo en el entorno digital en términos de participación, respeto, intercambio, colaboración y convivencia con otros”. Es decir que debemos estimular conductas online responsables y participación ciudadana en prácticas cívicas en la red.

CIUDADANOS ACTIVOS EN ESPACIOS DIGITALES

Conocer nuestros derechos digitales requiere empoderarse de ellos para lograr que se cumplan efectivamente. Es entonces necesario:

  • Ubicarnos como sujetos de derecho también en internet. Esta postura nos permitirá exigir cuando sea necesario. Para eso debemos investigar en las herramientas de denuncia existentes y promover su uso.
  • Ser sujetos activos en la web. Es importante no tomar como dado todo lo que internet nos ofrece. Podemos aceptar o rechazar condiciones y propuestas. Al abrir una cuenta, bajar una aplicación o utilizar alguna página, debemos indagar en los usos y condiciones que proponen y pensar si las aceptamos o no.
  • Conocer nuestras obligaciones. Así como contamos con derechos, tenemos obligaciones. Por eso es necesario comprender que las condiciones que aceptamos al abrir cuentas o participar de espacios online nos exigen ciertos comportamientos que debemos cumplir y respetar. Para propiciar un espacio de convivencia donde podamos reclamar cuando algo no se cumpla, debemos nosotros cumplir con las condiciones que aceptamos.

Convivencia digital

Uno de los puntos más importantes para pensar la ciudadanía digital es comprender que nuestras actitudes online hablan de nosotros. Los valores con que contamos valen tanto para espacios digitales como analógicos. Si entendemos que ser agresivo puede lastimar a otro, lo sostenemos tanto para una pelea en la calle como una en un chat. Si sabemos que podemos humillar a alguien haciendo público un secreto vale igual con un pasacalle que con un posteo. Todas estas actitudes van formando lo que entendemos por convivencia social y digital.

Observamos muchas veces cierta laxitud respecto de los comportamientos digitales de adultos y niños. Internet crea un espacio donde muchas veces suelen verse comportamientos o actitudes que no se verían en la vida “real”. En algunos casos sentimos que lo que se hace o dice en la web es menos grave o dañino.

Para comprender este fenómeno hay que tener en cuenta algunos factores que lo alimentan: el anonimato, la ausencia física del otro y por ende, la desconexión con sus sentimientos y expresiones, la asincronicidad de las charlas o intercambios donde se pueden confundir diálogos con monólogos intercalados, y la soledad desde la cual se escribe o postea. Todo esto hace que nuestras actitudes y acciones online se midan con una vara ética distinta que las offline.

Sin embargo, es necesario recurrir a la empatía para comprender las consecuencias de nuestros actos. Ponerse en el lugar del otro es indispensable para entender cuando lastimamos y agredimos, y cómo lo hacemos. Un simple ejercicio de intercambio de roles, al menos imaginario, puede servir para dejar de publicar algo y así evitar lastimar a otros. También es necesario pensar los paralelismos con nuestras actitudes cara a cara, y analizar las interacciones online ¿diría esto si tuviese a la persona en frente? ¿Mostraría esta foto en la escuela? ¿Usaría estas palabras para responder en una discusión cara a cara? Estos simples ejercicios son clave para trasladar nuestros valores a la web y comprender que somos una misma identidad la offline y la online.

Derechos digitales

Hablar de ciudadanía es hablar de derechos. Cada país establece, a partir de su constitución, qué derechos tienen sus ciudadanos. Internet, tal como mencionamos, no tiene límites ni fronteras y tampoco una constitución ni un Estado que la haga valer. Entonces ¿cómo establecemos nuestros derechos?

Dijimos que la ciudadanía digital es un concepto aún en formación. Para comenzar a abordarla, debemos tomar las convenciones internacionales sobre derechos humanos y comprender que tienen vigencia en todos los ámbitos, incluida la web.

En este sentido es conveniente considerar la Resolución de las Naciones Unidas que llama la protección de los derechos humanos en internet. El Consejo de Derechos Humanos allí reconoce que los mismos derechos que las personas tienen en el mundo offline deben ser protegidos en internet. En particular se habla de: garantizar la libertad de expresión, promover la alfabetización digital, el acceso a internet como herramienta para la promoción del derecho a la educación, y también el acceso para reducir brechas digitales, la toma de medidas apropiadas para incluir a las personas con discapacidades, y atender a las preocupaciones sobre seguridad y privacidad en internet.

Para comenzar, estableceremos como prioritarios los derechos para los niños y niñas en internet, desde el Decálogo de los e-derechos para niños y niñas establecidos por UNICEF, teniendo en cuenta la Convención sobre los Derechos del Niño:

Derecho al acceso a la información y la tecnología, sin discriminación por motivo de sexo, edad, recursos económicos, nacionalidad, etnia, lugar de residencia, etc. En especial este derecho al acceso se aplicará a los niños y niñas discapacitados.

Derecho a la libre expresión y asociación. A buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de todo tipo por medio de la Red. Estos derechos solo podrán ser restringidos para garantizar la protección de los niños y niñas de informaciones y materiales perjudiciales para su bienestar, desarrollo e integridad; y para garantizar el cumplimiento de las leyes, la seguridad, los derechos y la reputación de otras personas.

Derecho de los niños y niñas a ser consultados y a dar su opinión cuando se apliquen leyes o normas a internet que los afecten, como restricciones de contenidos, lucha contra los abusos, limitaciones de acceso, etcétera.

Derecho a la protección contra la explotación, el comercio ilegal, los abusos y la violencia de todo tipo que se produzcan utilizando internet. Los niños y niñas tendrán el derecho de utilizar internet para protegerse de esos abusos, para dar a conocer y defender sus derechos.

Derecho al desarrollo personal y a la educación, y a todas las oportunidades que las nuevas tecnologías como internet puedan aportar para mejorar su formación. Los contenidos educativos dirigidos a niños y niñas deben ser adecuados para ellos y promover su bienestar, desarrollar sus capacidades, inculcar el respeto a los derechos humanos y al medio ambiente y prepararlos para ser ciudadanos responsables en una sociedad libre.

Derecho a la intimidad de las comunicaciones por medios electrónicos.

Derecho a no proporcionar datos personales por la Red, a preservar su identidad y su imagen de posibles usos ilícitos.

Derecho al esparcimiento, al ocio, a la diversión y al juego, también mediante internet y otras nuevas tecnologías. Derecho a que los juegos y las propuestas de ocio en internet no contengan violencia gratuita, ni mensajes racistas, sexistas o denigrantes y respeten los derechos y la imagen de los niños y niñas y otras personas.

Los padres y madres tendrán el derecho y la responsabilidad de orientar, educar y acordar con sus hijos e hijas un uso responsable de internet: establecer tiempos de utilización, páginas que no se deben visitar o información que no deben proporcionar para protegerlos de mensajes y situaciones peligrosas, etcétera. Para ello los padres y madres también deben poder formarse en el uso de internet e informarse de sus contenidos. Los gobiernos de los países desarrollados deben comprometerse a cooperar con otros países para facilitar el acceso de estos y sus ciudadanos, y en especial de los niños y niñas, a internet y otras tecnologías de la información para promover su desarrollo y evitar la creación de una nueva barrera entre los países ricos y los pobres.

Derecho a beneficiarse y a utilizar en su favor las nuevas tecnologías para avanzar hacia un mundo más saludable, más pacífico, más solidario, más justo y más respetuoso con el medio ambiente, en el que se respeten los derechos de todos los niños y niñas.

Siguiendo esta línea, vemos que las convenciones internacionales y los derechos humanos consagrados valen tanto para espacios offline como online. Si unimos esta idea con la desarrollada anteriormente, sobre los daños que las actitudes causan sean en internet o en la calle, podemos inferir que los delitos cometidos en internet siguen siendo delitos, y las víctimas siguen siendo víctimas. También entendemos que los sujetos en internet, son sujetos de derecho.

LEGISLACIÓN EN ARGENTINA ACERCA DE INTERNET

En nuestro país existen una serie de leyes que se ocupan de legislar sobre determinados temas específicos que suceden en internet, a saber:

  • Ley n° 26.388 de ciberdelitos, del año 2008: conocida como “Ley de delitos informáticos”, modificó el Código Penal. Agregó los delitos de distribución y tenencia de pornografía infantil por cualquier medio (art. 128); interceptar comunicaciones y sistemas informáticos (art. 153); el acceso no autorizado a un sistema informático (art.153 bis); la publicación de correspondencia o comunicaciones electrónicas privadas (art. 155); y el acceso a bancos de datos personales (art. 157 bis), entre otros.
  • Ley n° 26.904: incorpora el artículo 131 al Código Penal y la figura de grooming o ciberacoso sexual que pena con prisión de 6 meses a 4 años a quien a través de las TIC contactare a una persona menor de edad, con el propósito de cometer cualquier delito contra la integridad física de la misma.
  • Ley n° 25.326 de protección de datos personales, junto con el artículo 43 de la Constitución Nacional (habeas data), protege la información personal de cualquier tipo referida a personas físicas o de existencia ideal determinadas o determinables, y explícita la confidencialidad del responsable del tratamiento de los mismos (incluyendo la protección de la privacidad e intimidad en internet).

Rol del adulto

Uso saludable del mundo digital

Cuando hablamos de una ciudadanía digital no solo hablamos de derechos y obligaciones o de respeto al otro. También hablamos de cuidarnos a nosotros mismos y a los demás.

Es necesario pensar el mundo online como un espacio de oportunidades y beneficios, pero también donde existen algunos riesgos. Como ya se mencionó, la mayoría de los problemas que suceden en la calle, se trasladan a la web, y es indispensable que los cuidados que tenemos en ámbitos offline los usemos en los online. Recordemos algunas de las cuestiones que ya se desarrollaron en páginas anteriores:

  • Reflexionar sobre la sensación de dependencia del celular u otro dispositivo (necesidad de estar siempre conectado). Identificar si se está produciendo una sobreexposición a las tecnologías.
  • Educar a los más chicos. Tenemos que compartir esta información con nuestros hijos, hermanitos, primos o niños cercanos para que sean responsables apenas empiecen a usar internet.
  • Pensar antes de postear. En internet la viralización de los contenidos no tiene una lógica previsible. Cierta foto o posteo puede volverse popular sin que sepamos bien por qué. Es entonces necesario pensar antes de publicar algo, ya que puede comenzar a compartirse y salir así de nuestro alcance.
  • Pensar antes de enviar fotos o videos. Si consideramos que algún material es íntimo, debemos cuidarlo. Así como no queremos que un tercero escuche nuestras llamadas telefónicas o lea nuestras anotaciones, debemos cuidarnos de que vean nuestras fotos, videos o chats. Por eso hay que pensar antes de enviar por internet algo que no sabremos luego a qué manos llegará.
  • Tener cuidado al hablar con desconocidos. Tanto en la calle como en internet existen personas con malas intenciones. Si elegimos chatear con desconocidos en alguna red social o juego online, es necesario pensar la información que le damos y evitar utilizar la cámara web.
  • Usar contraseñas seguras para cuidar nuestra información. Nuestros datos personales nos pertenecen y debemos ser nosotros, en primera instancia, quienes los cuidemos.
  • Configurar la privacidad de todas nuestras cuentas. Es importante utilizar las herramientas de seguridad y privacidad para evitar que extraños o personas que no queramos, tengan acceso a nuestra información personal.

USO REFLEXIVO Y DIDÁCTICO DE LAS TIC

¿Cómo encontrarle sentido al cambio educativo en estos tiempos tecnológicos?

¿Cuáles son las implicaciones educativas de los avances tecnológicos en el aprendizaje por máquina, la automatización, la toma de decisiones algorítmica, etc.? ¿Cómo hay que conceptualizar ahora lo que antes eran categorías estables: alumno o docente, escuela, liceo o universidad? ¿Qué efectos tiene lo digital en los procesos centrales de educación como el aprendizaje, la creación de conocimientos, la enseñanza y la pedagogía?

Las tecnologías digitales modificaron diversas áreas, estructuras e instituciones históricas de la sociedad. La educación aparece como una de ellas, presentando un sinfín de desafíos para todos los actores que intervienen. Hablamos no solamente de la escuela, sino también de los diversos espacios de formación y aprendizaje que los chicos y las chicas tienen en la actualidad. Sin embargo, debemos comenzar poniendo en duda esa afirmación ¿la educación sintió el impacto de las TIC?

Tomando el análisis de Cristóbal Cobo podemos ver que las tecnologías digitales están definiendo cada vez más la mayoría de las formas de educación contemporánea.

Haciendo de la nuestra una época en la que distintos espacios públicos como las escuelas, universidades, bibliotecas y museos están plagados de dispositivos, plataformas y aplicaciones digitales, por lo que –según el autor– es casi imposible imaginar el futuro de la educación sin que las tecnologías informatizadas estén en el centro de atención.

No podemos negar entonces que el uso de la tecnología modifica las maneras de acceder al aprendizaje. Los estudiantes cuentan con nuevos dispositivos (sobre todo los llamados teléfonos inteligentes) al alcance de la mano y los usan en cada momento que se lo permiten. Aprenden viendo tutoriales, buscan la información que requieren en la web, hacen las tareas vía mensajería instantánea, investigan temáticas a través de foros, etc.

Es importante considerar cómo se da este fenómeno en la escuela, ya que la introducción de TIC en las aulas, como en otros espacios de aprendizaje, no surge como un camino lineal, unívoco, sino más bien como un proceso que requiere de debate, discusión e indagación. Algunas instituciones prohíben su uso y otras lo limitan, sin embargo, los teléfonos celulares las invadieron. No solo los dispositivos en sí se vuelven protagonistas de la rutina de una escuela. Sus diversos usos modifican las acciones escolares. Los recreos se ven invadidos por niños o niñas viendo videos, filmando algo, chateando o posteando una publicación. Las comunicaciones entre los chicos y chicas dentro de la misma escuela se vuelve mixta: personal y digital.

Podemos entonces afirmar que las TIC son parte de la educación de los jóvenes. Ahora debemos preguntarnos: ¿son parte de la pedagogía? ¿Son incluidas en los programas educativos?

Como todo fenómeno disruptivo, el uso de las TIC requiere de tiempo para ser asimilado por las generaciones de adultos. Quienes nacen en un entorno tecnológico, naturalizan su uso y no deben incorporarlo a través de la educación formal. Sin embargo, aquellos que conocen la tecnología de adultos, deben aprender a usarla y suelen percibirla como un fenómeno nuevo y apartado de su naturaleza. En la mayoría de las escuelas argentinas los adultos toman las decisiones y los estudiantes aprenden a través de los programas decididos por esos adultos. Por ende, la tecnología muchas veces no es incorporada, otras lo es pero en forma elemental y como una herramienta técnica, y en algunos casos contados, es tomada como elemento pedagógico que permite la construcción de conocimiento.

La cuestión a resolver aquí no es si usamos tecnología o no en entornos educativos, aunque como sostiene Cristóbal Cobo: evidentemente muchos aprendizajes pueden ocurrir sin tecnología, [pero] hoy en día no contar con plataformas tecnológicas para realizar ciertas dinámicas de aprendizaje es limitar dramáticamente el espectro de posibilidades, conocimientos y destrezas de educadores y educandos.

El desafío no está en el debate acerca de los dispositivos y su uso, sino más bien en lo referido a los contextos, los diversos enfoques, modelos pedagógicos y procesos de transformación socio-tecno-pedagógicos. .

Desarrollo de habilidades digitales

A la hora de incorporar las TIC a los programas educativos, encontramos dos grandes caminos. Uno es el de pensarla como una técnica, es decir, un herramienta para alcanzar un resultado. Por ejemplo, si se les pide a los estudiantes que busquen en internet información sobre un evento histórico. En ese caso, la web sería un medio para lograr el fin educativo que es conocer sobre ese evento, se trabajaría con las TIC para alcanzar un objetivo. Otra forma de introducir tecnología es usarla como parte de una estrategia en sí, trabajar desde las TIC. No es lo mismo si pedimos a los estudiantes que busquen información en internet que pedirles que comparen dos fuentes de información que hayan encontrado y describan los diferentes puntos de vista. Tampoco es lo mismo si les pedimos que produzcan un video con un programa específico que cuente ese suceso.

Existen diversas formas de apropiación de la tecnología y con ellas, de incorporación de conocimiento.

La tecnología debe tenerse en cuenta como estrategia para producir conocimiento, y como una forma de pensamiento en sí. Los chicos y chicas ya piensan en forma tecnológica, siguiendo lógicas que conocen desde muy pequeños. Ellos pueden abrir diversas ventanas de navegación al mismo tiempo, pensar estrategias para un juego, conseguir información en segundos y al mismo tiempo escuchar música. La forma de producción de conocimiento en ellos está atravesada por la tecnología.

Es válido tener en cuenta que si bien los chicos y chicas usan mucho la web, solo una porción minoritaria de ellos hacen un uso diverso de internet. Suelen, mayoritariamente, repetir aplicaciones y sitios. Es entonces una nueva meta educativa plantearles nuevos horizontes, darles desafíos en el propio uso de la web y motivarlos no solo a recibir información, sino a producirla.

Es por eso necesario desarrollar las competencias digitales de los jóvenes. Por esto entendemos aquellas competencias que hacen que los estudiantes entiendan los asuntos humanos, culturales y sociales relacionados con la tecnología y propicien la transferencia en uso a través de procesos y productos mediados tecnológicamente.

Las habilidades de uso digital resultan ser entonces un tipo de conocimiento práctico que permite operar una tecnología digital, como puede ser una computadora, una netbook, un dispositivo móvil o bien internet.

Conceptualmente, las habilidades se entienden en este marco como sinónimo de competencias digitales y pueden clasificarse como: instrumentales (operacionales, básicas o funcionales), de información (comprensión, navegación, evaluación) y sociales (comunicación, auto-revelación, privacidad).

Jordi Adell por su lado, sistematiza la integración de las TIC en los procesos educativos para el desarrollo de competencias digitales en 5 puntos principales:

Uso del celular con fines pedagógicos

Los mayores debates en torno al uso del celular en la escuela giran en torno a las formas de prohibir de manera eficaz su uso, sin que haya espacios de escape. Sin embargo, proponemos pensar, por el contrario, ¿por qué no hacer un uso didáctico de la principal herramienta que utilizan los chicos?

Muchísimas niñas, niños y adolescentes tienen su celular prácticamente como una extensión de su cuerpo. Lo utilizan para casi todo: hablar con amigos, jugar, buscar información, socializar, etc. Y aplican la lógica para usarlo: reconocen diversos

sistemas operativos, encuentran formas de configuración rápidamente, comprenden cómo diversificar su uso y planifican estrategias para optimizarlo

Si pensamos en el celular como una herramienta con funciones didácticas, se lo podría incluir con diversos usos en la práctica escolar. Los clásicos en los recreos y horas libres, y los pedagógicos en las horas de clase. Claro que es un desafío enorme, ya que requiere de mucha paciencia y trabajo docente. Lo que los chicos hacen con el celular es muy difícil de controlar, y podría filtrarse en el aula un uso indebido o inapropiado. Sin embargo, la experiencia del uso de netbooks y tablets en el aula debería incentivar la inclusión del celular. Está demostrado que cuando se proponen actividades desafiantes, divertidas y originales, los estudiantes se entusiasman.

¿Por qué no pensar juegos o aplicaciones para usar en clase? ¿Por qué no usar esa lógica que los chicos aplican naturalmente al uso del celular, en la clase?

No es un objetivo que sea fácil de alcanzar, dado que requiere de mucha capacitación docente y de un replanteo de muchas asignaturas y programas. Sin embargo es un debate que debe darse para los próximos años: o recreamos la era analógica en el aula, o adaptamos el aula a la vida actual de los estudiantes.

 Las fuentes como punto de partida

Primero debemos enseñar a diferenciar entre fuentes primarias y secundarias.

Las primarias son aquellas que producen ese conocimiento, y las secundarias las que reproducen el conocimiento producido por otra. Wikipedia, por ejemplo, es una gran fuente secundaria. Es válido usarla, pero se debe saber que la información que expone es producto de debates entre usuarios, es decir que se produce a través de una contribución colectiva de conocimiento.

 ACCESO; Aprender a usar correctamente la tecnología.

ADOPCIÓN: Apoyar una forma tradicional de enseñar y aprender.

ADAPTACIÓN: Integración en formas tradicionales de clase.

APROPIACIÓN: Uso colaborativo, proyectos y situaciones significativas.

INNOVACIÓN: Descubrir nuevos usos de la tecnología y combinar las diferentes modalidades.

También debemos educar respecto de la seriedad y solidez de las fuentes. Para eso hay que saber distinguir no solo fuentes primarias y secundarias, sino analizar de dónde sale la información. ¿Qué institución o espacio es el que está produciendo el discurso y por qué lo produce de una forma y no de otra? Para este tipo de análisis es muy interesante proponer la comparación de fuentes: ¿qué dicen diversas páginas sobre un mismo hecho? ¿Qué enfoque tiene cada una?

Las fuentes deben también considerarse científicas o no. Google tiene, por ejemplo, un buscador académico que solo arroja resultados científicos.

La propuesta es evitar que las consignas sean solo buscar cierta información en la web, y por el contrario, promover un uso reflexivo de esa búsqueda.

CURADORES DE INFORMACIÓN

En la actualidad, vivimos inmersos en un ecosistema que genera constantemente datos y nueva información. La era digital se caracteriza por una inundación constante de todos los canales o circuitos de información y comunicación. Podríamos decir que existe un desborde de información o sobreinformación, y muchas veces esto trae consecuencias en los procesos educativos, siendo un desafío más que interesante para los docentes el convertirse en curadores de información.

La curación es el proceso de organizar, evaluar, seleccionar, conservar, utilizar y reutilizar materiales digitales.

Parece conveniente utilizar sistemas que nos filtren la información. Estos pueden resultar de aplicaciones o servicios tecnológicos, o bien identificar personas o usuarios que sean curadores (escritores, comunicadores, periodistas, líderes de opinión).

La web social bien utilizada nos puede ayudar a sobrellevar la sobreabundancia e implementar radares que filtren la información, ayudándonos a identificar y depurar lo sustantivo. Saber regular, ajustar y personalizar la “dieta cognitiva” no es la única competencia que se necesita desarrollar en esta época pero sí juega un papel fundamental.

Consumir o producir

¿Cómo vemos y usamos la tecnología? ¿Cómo una forma de consumir conocimiento e información, o como una herramienta para generar nuevo conocimiento?

Solemos escuchar y repetir que los niños, niñas y adolescentes saben mucho más de tecnología que los adultos en general, y los docentes en particular.

Sin embargo, si indagamos en los usos que los chicos y chicas hacen de las TIC, vamos a constatar que, generalmente, son los mismos. Es decir, los chicos están muy acostumbrados a hacer lo mismo con la tecnología, y claro que lo hacen muy bien (ya sea comunicarse a través de redes, ver videos, jugar en sitios de videojuegos online, etc.). Si, en cambio, les proponemos una actividad nueva, vamos a notar que les cuesta incorporarla y realizarla. Incluso podemos observar que a veces son reticentes a pensar usos diversos de la tecnología.

Hay una lógica tecnológica (de mercado) que lleva a los usuarios a consumir productos y material mucho más que a producirlo. Si bien los jóvenes son los mayores productores de material casero, es una porción minoritaria de ellos la que lo hace.

Por esto, dentro de la inclusión de la tecnología en la escuela, debe fomentarse la producción de contenido, siendo necesario fomentar que tanto educadores como educandos produzcan conocimiento original.

Cada niño o niña tiene sus campos preferidos, y teniendo en cuenta sus gustos e inclinaciones, podemos proponer actividades que contemplen la producción de material audiovisual (fotos, videos, etc.), la generación de nuevos artículos, cuentos o relatos, o bien también la programación de aplicaciones, videojuegos o software, el desarrollo de proyectos de robótica, animación, creación de aplicaciones, edición de fotos, stop motion, etc. De esta manera se podrá modificar de a poco la lógica de consumo pasivo para generar una de producción activa, aprovechando las tecnologías para pensar y aprender nuevos lenguajes, creando nuevas herramientas, recursos, servicios, programas, etc. Incentivar este tipo de producción también permite diversificar el uso que los chicos y chicas le dan a las TIC, y suele despertar nuevas lógicas de uso y apropiación.

Nicholas Carr sostiene que el reto está en diseñar y favorecer experiencias de aprendizaje que vayan más allá de la sistematización de conocimientos preestablecidos. Estimular la exploración y la creatividad en el proceso formativo habrá de jugar un papel clave. Repensar el papel del aprendiz también significa ir más allá de simplemente acceder a recursos elaborados por terceros. Abrir espacios de deconstrucción y reconstrucción de nuevos conocimientos en diversos formatos y lenguajes, atribuyendo un mayor protagonismo al sujeto que aprende, estimulando el pensamiento crítico y la experimentación.

Sugerencias para la inclusión de las TIC en el aula

Para empezar a diagramar las actividades de inclusión de TIC en el aula, planteamos algunos ejes centrales:

  • No pensar la tecnología como un enemigo, sino como una herramienta que cambia según su uso. Si demonizamos a las TIC nos corremos del escenario de preferencia de los chicos y chicas, y cortamos la posibilidad de diálogo. Es necesario pensar a la tecnología como una herramienta que puede brindar diversos resultados, y en ese sentido, la educación que brindemos será clave.
  • Usar las TIC como una herramienta de producción de conocimiento. Trabajarla como un objeto de estudio en sí y no solo como una herramienta.
  • Pensar un uso divertido y original de las TIC. De esta forma se disminuirá la posibilidad de distracción.

Fomentar constantemente la creación y la disrupción, algo que debe ser continuamente provocado y estimulado. Así podremos conseguir innovar permanentemente en prácticas educativas, captando y desarrollando la atención de chicos y chicas.

  • Usar diversas formas tecnológicas. Tanto los videos, como las fotos, los programas de diseño, las aplicaciones o los videojuegos son diversas formas que encontramos al alcance para trabajar en el aula.
  • Propiciar la producción de contenido, para así enseñar nuevas formas de apropiación tecnológica.
  • Escuchar los intereses y usos de los chicos. Así podemos partir de sus preferencias y saberes para construir nuevos materiales.
  • Propiciar el uso reflexivo. Debatir y dialogar sobre el uso de la tecnología y escuchar la opinión de los chicos para generar un ida y vuelta enriquecedor.
  • Abrirse a aprender de ellos. Los niños, niñas y adolescentes tienen mucho que enseñarnos en cuanto a tecnología y debemos enriquecernos con esos saberes.
  • Mantenerse al día. Los consumos tecnológicos de los chicos y chicas cambian rápidamente. Lo que ayer era un éxito hoy es parte del pasado. Por eso debemos estar al día de lo que es popular entre los estudiantes y tomar esas tendencias para construir otro tipo de conocimiento.
  • Fomentar la cultura del hacer. Existen diversas comunidades y grupos que aprenden acerca de la tecnología al crear junto a ella. Los hackatones son un ejemplo. Estos eventos nos muestran cómo de manera colaborativa se pueden producir proyectos entre distintos tipos de profesionales (programadores, diseñadores, desarrolladores, etc.). Estimulando la generación de equipos informales de trabajo creativo surgirán nuevos grupos para explorar, diseñar y accionar ideas que se implementen en proyectos.